Probablemente los nombres de ZTE y Huawei no serán desconocidos a ningunos de nuestros lectores. No en vano son de las primeras empresas que en su día apostaron por Windows Phone, cuando el sistema no era más que una traducción directa de la versión de escritorio de Windows a teléfonos móviles. También han sido de las primeras empresas en apostar por Android, sistema al que han dedicado buena parte de su estrategia. Sin embargo, ambas compañías, procedentes de China, llevan algún tiempo arrastrando oscuros nubarrones sobre su actividad industrial, lo cual ha provocado que el Comité de Inteligencia del Congreso de Estados Unidos las haya declarado amenazas para la seguridad del país.
Los problemas se remontan a la época en la que Nortel Networks aún era una compañía poderosa, con una cartera de patentes que la hacía deseable a muchos fabricantes de productos tecnológicos. Sin embargo, hace 3 años la compañía se declaró en bancarrota debido a los malos resultados económicos que arrastraba desde años atrás. Pero esto no fue todo. Al parecer, hubo problemas de espionaje industrial y robo de propiedad intelectual que, según se dice, contribuyeron en parte a la caída de Nortel. ¿Las principales sospechosas? ZTE y Huawei.
La reacción del Gobierno de Estados Unidos no debería sorprender a nadie. Como se suele decir ”cuando el río suena, agua lleva”. Es innegable que el diseño de algunos terminales de ZTE y Huawei se parece sospechosamente al de smartphones de otras compañías. Eso, unido a las acusaciones de espionaje industrial y que no es la primera vez que ambas compañías están bajo sospecha, dibuja un escenario muy turbio y desagradable.
Los consumidores estamos acostumbrados a ver cómo empresas chinas copian descaradamente productos de otras compañías, en casi cualquier sector industrial. Y generalmente nos da igual pues el resultado, aunque de peor calidad, suele ser en comparación un producto mucho más barato. Pero las compañías a las que se copia no están dispuestas a mirar para otro lado mientras otros se enriquecen a costa de su trabajo. Donde nosotros podemos ver alternativas, otros ven un robo. Y lo cierto es que las leyes están para cumplirlas, por muy absurdas que nos parezcan.