La semana grande de Microsoft ha llegado. En cuestión de apenas 7 días la compañía de Redmond lanzará al mercado la renovación de sus sistemas operativos para escritorio, tablets y smartphones, y pondrá a disposición de los consumidores la que quizás es su apuesta más arriesgada desde la primera Xbox: Microsoft Surface. El objetivo es volver a convertirse en la empresa dominante en casi cualquier ámbito del mundo tecnológico.
Esto es algo que no ha pasado desapercibido para sus principales competidores, Google y Apple que, como si de cadenas de televisión se tratase, han contraprogramado sendos eventos en los que quieren decirle al mundo que ellos siguen estando ahí. No es casualidad que Apple eligiese el día de mañana (23 de octubre) para una de sus mediáticas keynotes. Tampoco lo es que Google decidiese que el mejor día para presentar un nuevo terminal Nexus sea el día del lanzamiento de Windows Phone 8. ¿A qué se debe este repentino interés por lo que presente Microsoft? ¿Acaso tienen miedo Apple y Google de que los consumidores puedan ver que hay algo en el mundo más allá de iAparatos y androides?
El miedo de Apple a la competencia es algo que el difunto Steve Jobs inculcó con fuerza a la compañía desde el affair de Xerox PARC, lo cual provocó una profunda enemistad entre él y Bill Gates. Este miedo puede verse reflejado en las declaraciones de Jobs cuando conoció la existencia de Android, la principal competencia de iOS:
Dedicaré hasta mi último suspiro si lo necesito, y voy a gastar cada centavo de los 40.000 millones de dólares que Apple tiene en el banco para corregir esta injusticia. Voy a destruir Android porque es un producto robado. Estoy dispuesto a ir a una guerra termonuclear
No es extraño, por tanto, que la compañía de Cupertino decidiese programar la keynote en la que presumiblemente se presentará el rumoreado mini iPad tan sólo 2 días antes de los eventos de presentación de Windows 8 y Microsoft Surface. Es precisamene en Microsoft Surface donde están puestas casi todas las miradas. Es una experiencia integral de software y hardware, con un atractivo diseño y que mantiene el interés del público incluso sabiéndose que el precio será superior al esperado.
Más sana competencia en un mercado dominado por el iPad y por un ejército de tablets con Android. ¿No se supone que eso es bueno para el consumidor? Sí, pero lo que es bueno para el consumidor no siempre es bueno para algunas compañías, y aunque Apple cuida muy bien de sus usuarios, ya ha demostrado de sobra que no le importa lo que la gente que consume otras marcas piense de ellos.
El caso de Google es bastante curioso también. Da la impresión de que Android ha tocado techo tras hacerse con la mayor parte del mercado de telefonía móvil, llevándose por delante a potencias como Symbian y, en menor medida, BlackBerry. Ahora los de Mountain View echan la vista atrás y ven cómo el iPhone continúa siendo fuerte, y cómo Windows Phone se consolida como seria alternativa, y les entra vértigo.
Windows Phone, tras la profunda renovación de la versión 7, está pasando por las mismas fases que pasó Xbox. Primero, darse a conocer con un producto sólido aunque minoritario frente a la competencia. Pero lo bueno vino después. Y es que el éxito mundial de Xbox 360 es innegable. ¿Sucederá lo mismo con Windows Phone 8? No se puede saber con certeza pero, por lo visto hasa ahora, diría que hay grandes posibilidades. Y si funciona, no dudo que el siguiente paso será el rumoreado Surface Phone.
Es ese potencial precisamente lo que teme Google. Tanto como para programar el evento de presentación del nuevo Nexus (y, quizás, una nueva versión de Android) el mismo día del lanzamiento de Windows Phone 8. Resulta cuanto menos llamativo que Google recurra a estas artimañas para tratar de ensombrecer a Microsoft, y más teniendo en cuenta que se presentan al público como abanderados de la libertad de elección. Pero claro, la pela es la pela, y si se puede boicotear a la competencia, mucho mejor.
Google y Apple parece que no han entendido nada. No importa quién sea mejor o peor pues ambos son conceptos subjetivos. No importa quién llegue antes o quién llegue después ya que si un producto es bueno acabará teniendo éxito de igual forma. Están luchando contra un rival que todavía no existe.
No sabemos si Microsoft Surface o Windows Phone 8 serán un éxito o se la pegarán, igual que sucedió con el fugaz Kin. Pero una cosa sí está clara: tienen una base sólida con la que tratar de convencer al público. Y es que, como sucede siempre, al final es el consumidor quien tiene la última palabra.