El mercado de la telefonía móvil es tremendamente competitivo y si se quiere destacar hay que tomar decisiones arriegadas. Trabajar de la mano de un sólo sistema operativo te permite ser más eficiente y conlleva un producto fácilmente reconocible por el público, pero no está exento de riesgos.
Recientemente hemos comprobado que, centrándose sólo en Windows Phone (Symbian no es tan exigente como los demás), Nokia se ha hecho fácilmente con el dominio de dicho mercado y no parece que HTC, Samsung o Huawei vayan a discutírselo a corto plazo. Sin duda su posición privilegiada también impide la entrada a nuevos competidores. Microsoft, por otro lado, no ha descartado definitivamente la producción de un móvil Surface, pero desde que rescató a Nokia de una situación económica complicada, los finlandeses prácticamente se convirtieron en el fabricante de los de Redmond.
¿Y los del androide? Google decidió en un principio no fabricar teléfonos Android y dejó dicha tarea en manos de los múltiples fabricantes que usaban su sistema operativo. Ha sido tras la compra de Motorola, la cual esta se encontraba (como Nokia) en un momento complicado, cuando ha cambiado de parecer y actualmente nos encontramos ante el más que probable lanzamiento de una gama de terminales Motorola con unos precios sin igual en el mercado de dispositivos Android (exceptuando algunos de fabricación china).
Esta posible nueva política de precios en terminales que se pueden beneficiar de actualizaciones según son estas lanzadas (como la familia Nexus), no ha dejado indiferente a Samsung. El fabricante de smartphones Android con más éxito, no ha tardado en ver peligrar su hegemonía ante la posición privilegiada que podría tener Motorola tras su compra por parte de Google.
El fabricante coreano siempre ha sido partidario de diversificar su oferta de terminales. No sólo con numerosas gamas de Android si no con móviles equipados con diferentes sistemas operativos (Bada, Windows Mobile, Windows Phone…) y ante la amenaza decidió apostar por Tizen. Curiosamente, coincidiendo con el lanzamiento del Samsung Galaxy S 4, Samsung anunció que este mismo verano lanzaría su primer gama alta equipado con Tizen.
Samsung no quiere verse en una posición de inferioridad en Android y tampoco se decide a apostar por Windows Phone 8, lo cual no es extraño pues sin llegar a los extremos Google-Motorola, la estrecha relación entre Microsoft y Nokia no pasa desapercibida para el resto de fabricantes.
Si finalmente Samsung no continúa (como parece) a la vanguardia de Windows Phone, y se ve obligada a abandonar Android y centrar sus recursos (que no son pocos) en Tizen, se podría encontar dos escenarios. El del éxito, representado por Apple-iOS o el de la incertidumbre, como sucede con BlackBerry-BlackBerry 10.
Seguro que os estáis preguntando, ¿qué pasa con HTC? El fabricante taiwanés también tomó la decisión de diversificar su oferta y no pasa por su mejor momento además de parecer que se ha olvidado de Windows Phone. Lo que no quita que ver el Windows Phone 8X by HTC por menos de trescientos euros me robe el sueño cada noche.
La clave de todo este asunto vendrá dada por lo que suceda con HTC y Samsung los próximos meses. Si finalmente Motorola supone una amenaza tan grande para los coreanos, lo será aún más para los taiwaneses. Quizás sea el momento de echar el resto en Windows Phone.
Deberemos estar atentos a los precios que fije Google a sus nuevos terminales y a los canales que usen para distribuirlos. Si finalmente rondan los doscientos cincuenta euros (con características propias de tope de gama) y no están limitados a venta exclusiva en Google Play Store, el impacto en el mercado de terminales Android será enorme. Aunque si esto acaba suponiendo un mayor compromiso de HTC con Windows Phone, bienvenido sea. Además siempre quedará saber qué camino toman los fabricantes chinos.
¿Creéis que todo cambiará? Y si cambia, ¿será beneficioso para los usuarios?
Definitivamente con esta situación, quienes ganamos somos los consumidores.