Hace ya año y medio que comencé mi recorrido por las turbulentas calles de Windows Phone. Han sido 18 meses de altibajos, en los que mi Nokia Lumia y yo hemos pasado por golpes, caídas, lluvia, peleas, llamadas nocturnas, rompimientos, reconciliaciones, y demás historias.
En abril del año pasado, decidí que era el momento de contratar un plan de renta mensual, pues mi trabajo demandaba un uso del teléfono móvil que ya no era rentable con un plan de prepago. El plan no fue difícil de seleccionar, caso contrario al equipo. Como para muchos de nosotros que estamos al pendiente de lo más nuevo en cuanto a tecnología, escoger un nuevo teléfono a veces se torna un poco complicado, pues no queremos tomar una decisión, que estará con nosotros los próximos 18 meses, tan a la ligera.
En esas fechas, Windows Phone como lo conocemos actualmente, estaba llegando al mercado en mi país con 3 terminales, el Nokia Lumia 710, el Nokia Lumia 800 y el Nokia Lumia 900. Había probado equipos Android, equipos iOS, pero nunca uno con Windows Phone. Sin embargo, de toda la vida mis equipos preferidos han sido Nokia, y sentía cierta tristeza por ver como le iba cada vez peor, en ese entonces, y decidí darle una oportunidad a Windows Phone por contar con el apoyo (mutuo apoyo) de Nokia. Además de que los equipos Android nunca me gustaron, y mi presupuesto no alcanzaba para un iOS.
Finalmente, tras leer varios análisis, ver algunos videos donde mostraban su desempeño e interfaz y, de comparar con otros dispositivos, fui al distribuidor autorizado de mi operadora de preferencia y firmé el contrato. Llegué a casa con un flamante Nokia Lumia 710.
Estaba feliz, el equipo era justo lo que esperaba, me atrevería a decir que incluso un poco más. Sin embargo, no todo fue color de rosa. Poco tiempo (días) me duró el gusto, pues Microsoft comenzó a hacer de las suyas.
Comenzando por la noticia de que no podría actualizar mi Nokia Lumia 710 a Windows Phone 8. Fue una gran desilusión, pues fue esa la principal razón por la cual adquirí este dispositivo. La noticia fue muy frustrante, pues al principio estaba la promesa de que sí se podría actualizar. Sin embargo, las limitaciones de hardware hacían entendible la imposibilidad de actualización, por lo que tuve que conformarme con una probadita de lo que sería. Tuve que conformarme con Windows Phone 7.8.
La actualización 7.8 del sistema operativo de Windows parecía sólo un skin de Windows Phone 8, y eso nos tuvo, a muchos usuarios, muy molestos. Recuerdo que tanto en blogs como en redes sociales se hablaba mal de esta actualización. A su salida, comenzaron a abundar los comentarios sobre la notable mejora en el desempeño de los dispositivos tras la actualización. Impaciente por verlo con mis propios ojos, tuve que esperar a que la operadora liberara tal actualización, hasta que después de un mes pude probar Windows Phone 7.8 y mis esperanzas comenzaron a resurgir.
Bonitas aplicaciones aparecieron, actualizaciones a las ya existentes, y algunas mejoras visuales y en rendimiento. Eso era todo lo que parecía ofrecer la nueva versión de Windows Phone. Pero la experiencia va mucho más allá de unas cuantas aplicaciones que no están presentes en nuestro sistema operativo.
Recuerdo como algunos compañeros de la Universidad se impresionaban por la velocidad y fluidez con la que mi teléfono funcionaba. Al comprobar el desempeño de sus teléfonos (tanto Android como iOS), ciertamente había una diferencia notable en cuanto a rendimiento, sobre todo en teléfonos de gama media (como lo es el Nokia Lumia 710) de Android. Por supuesto, no lo podemos comparar con equipos iOS pues no pertenecen a la misma gama.
Con el paso del tiempo, mis amigos cambiaron de teléfono, cambiaron de sistema operativo. Llegaban con teléfonos nuevos, más bonitos, livianos y grandes. Más “inovadores”, por mucho, que mi humilde Nokia Lumia 710. Y aún así, mi smartphone aún estaba a la altura de dichos teléfonos.
Después de 18 meses, mi teléfono corre bastante bien, bastante fluido. Claro, no es una bestialidad, pero conociendo las limitaciones que tiene, es un muy buen teléfono que le daría batalla sin problemas a equipos nuevos de gama similar.
El Nokia Lumia 710 es un modelo que ha envejecido bien, bastante bien. Y ahora que mi plan de renta mensual está por concluir, estoy pensando en renovarlo. Y con eso, de nuevo a tomar una decisión difícil: ¿qué dispositivo elegir como compañero los próximos 18 meses?
Con los nuevos modelos, las nuevas aplicaciones, los nuevos anuncios sobre este sistema operativo, ¿creen que decidirse de nuevo por un equipo Nokia con Windows Phone 8 es una buena idea? Francamente, yo creo que sí.